Los procesos mentales involucrados en la práctica artística y la experiencia de Flow. En este breve artículo descubriremos cómo la práctica artística puede conducirnos a una experiencia de Flow, explorando cómo la mente y el cuerpo se integran en esta actividad, hasta convertirse en una excelente aliada en la relación de ayuda y en otros sectores como el educativo y social. La experiencia del Flow en la práctica artística. ¿Alguna vez has estado tan inmerso en una actividad que no sientes hambre y pierdes la noción del tiempo? ¿Tan absorto en la tarea que estás realizando que no prestas atención a quien te pide una información, al teléfono que suena o a otra tarea, no tan interesante ni satisfactoria? Si la respuesta es afirmativa, probablemente estabas sumergido en una de esas llamadas experiencias de "Flow", del inglés "fluir". El concepto de flow, en el ámbito de la psicología positiva, fue introducido por Mihaly Csikszentmihalyi en 1975; se define como una condición caracterizada por una total implicación del individuo: enfoque en el objetivo, motivación intrínseca, positividad y gratificación en la realización de una tarea específica. Los factores que identifica el psicólogo, aunque pueden aparecer de forma independiente, en realidad están combinados entre sí y constituyen la llamada experiencia de flujo. Entre ellos se incluyen: concentración total en la tarea (es decir, un alto grado de atención en un campo de atención limitado); objetivos claros, tanto en expectativas como en modos de logro; distorsión de la percepción del tiempo, es decir, la persona no se da cuenta de su transcurso; equilibrio entre desafío y habilidades, por lo tanto, la tarea no es ni demasiado fácil ni demasiado difícil; sensación de control sobre la situación; placer intrínseco; integración entre acción y conciencia, es decir, la persona está tan absorta que la acción parece natural. Si, como sostiene Argenton (1996), "el arte es solución de problemas, creación de mundos, invención, habilidad ejecutiva, uso de la inteligencia y del sentimiento, necesidad estética, medio educativo, memoria histórica, entretenimiento, catarsis, sufrimiento, esfuerzo, investigación, fantasía, comunicación, expresión de valores, de cualidades, de ideas, de sentimientos, de concepciones, de hipótesis y es muchas otras cosas más que lo convierten en un largo privilegio de ejercicio, de entrenamiento, de potenciación, de manifestación del conocimiento humano"... entonces no es de extrañar que el arte sea precisamente uno de los principales vehículos de una experiencia de Flow. Los procesos mentales implicados en la práctica artística. La práctica artística estimula, entrena y refina, al mismo tiempo, nuestros principales procesos cognitivos (incluyendo sensación, atención, percepción, memoria, pensamiento, lenguaje, praxia, imaginación, comunicación) y los procesos dinámicos (incluyendo el mundo de las emociones y las motivaciones) a través de los cuales experimentamos el entorno que nos rodea y respondemos de manera más o menos adaptativa. En este sentido, la práctica artística se convierte en un "gimnasio" para nuestra mente y nuestro cuerpo. Pintar, dibujar, tocar un instrumento, fotografiar, practicar teatro o danza son actividades que activan nuestros sentidos de manera integrada, requieren concentración, presuponen la activación del pensamiento convergente y divergente, de un lenguaje analógico y digital, y facilitan la comunicación interna e interpersonal. El mundo del arte está estrechamente vinculado también al mundo de las emociones y la motivación: la intención, motivación y el locus de control interno apoyan la actividad del artista, amateur o experto, en todo su proceso creativo. Promover el desarrollo a través del diseño de una experiencia de Flow. Promover el desarrollo a través del diseño de una experiencia de Flow implica fomentar la autoconocimiento y expresión, el mejoramiento de las habilidades comunicativas y el fortalecimiento de la autoestima, entre muchas otras razones por las cuales un creciente número de profesionales de los sectores educativo, sanitario, social y empresarial integran actividades expresivo-artísticas en sus intervenciones con pacientes, estudiantes y clientes. Como se anticipó en la teoría de Csikszentmihalyi, un nivel alto de ansiedad, la falta de autocontrol, una alta emotividad, preocupaciones de diversos tipos y una elevada preocupación por situaciones externas son condiciones que pueden obstaculizar el Flow y, en general, el bienestar en la vida de una persona. La experiencia y el apoyo de una guía pueden ser efectivos para abordar estas condiciones negativas y, gradualmente, favorecer no solo la experiencia de flujo, sino también el éxito en otros campos de la vida personal. Estructurar y facilitar experiencias de Flow a través del arte permite al cliente/paciente centrarse más en sí mismo, distraerse de preocupaciones o pensamientos invasivos, convertirse en protagonista de una experiencia mente-cuerpo y compartir con otros una experiencia positiva. Diseñar una experiencia de Flow a través del arte requiere, en primer lugar, conocer a los destinatarios de la intervención y dejar un margen de espacio para las iniciativas personales, haciendo que la tarea sea modificable según el interés y las capacidades de los participantes. El factor tiempo es fundamental: la actividad debe desarrollarse en un tiempo suficientemente largo como para hacer posible el Flow, pero tampoco debe ser demasiado extensa. La dificultad de la tarea y las capacidades que se requieren para ejecutarla deben estar equilibradas: ni demasiado fácil ni demasiado complicada para evitar el aburrimiento o, por el contrario, la ansiedad.